martes, 27 de diciembre de 2005

AL SUR DEL EDEN

Desde que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza para que dominara los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y cuantos animales se mueven sobre la tierra; y teniendo la precaución de plantar toda clase de árboles, hermosos a la vista y sabrosos al paladar, hasta nuestros días, la población mundial ha crecido de tal forma, que a veces me pregunto si ese crecimiento estaba dentro del pensamiento divino, o por el contrario, se le ha ido de las manos resultando el Edén pequeño para sus habitantes.
Al margen de si a Dios se le ha ido o no las manos, lo que resulta evidente, es que el hombre no sólo domina los animales de la tierra, sino que la manifestación más común respecto a sus congéneres es: emplear la ley del embudo, campeando por el Edén a su libre albedrío impulsados por un afán implacable de rentabilidad. Y es que, al parecer, hemos aprendido a pasos agigantados el objetivo primero para el que supuestamente fuimos creados: “dominar”.
Es cierto que ese dominio nos ha llevado, en los últimos diez años, a multiplicar por tres la riqueza mundial por habitantes, pero como me dijo Diamantino García “saber la renta per-cápita sólo sirve para confirmar: que si hay diez personas, y las estadísticas dicen que caben a un pollo cada una, una sola persona se come los diez pollos, mientras las otras nueve se quedan mirando”.

Hablando en términos económicos, Robson Walton , el hombre que ocupa el puesto nº 10 en la lista de los hombres más ricos del mundo, posee una fortuna de 18.300 millones de dólares, es decir el presupuesto económico de un país de 11 millones de personas como Angola, y Hill Gate, el primero de la lista, posee una fortuna de 46.500 millones de dólares, lo que supone 250 veces el presupuesto de Angola ¿Hasta qué punto es legal que un hombre posea fortunas mayores que los presupuestos de un país?

Según la ONU existen en el mundo más de 1.200 millones de personas que viven en extrema necesidad, sobre todo mujeres y niños (27 veces los habitante que tiene España). Personas que, con menos de un euro al día, tienen que alojarse, vestir, educarse, curarse, alimentarse…

Cuando leemos algunos de estos informes relacionados con la pobreza, las cifras son tan alucinantes que no alcanzamos a comprender el grueso de su envergadura. Tal vez esa sea la causa por la que hay quienes piensan que eso no va con nosotros, que está lejos, que a nosotros, por suerte, no nos ha tocado. Y de la misma forma en que las estadísticas de los muertos en carretera, se nos quedan en meros números vacíos, si somos de los afortunados de no tener ningún familiar muerto en accidente, de la misma forma, ignoramos ese genocidio en el que todos, absolutamente todos, de una forma u otra, somos cómplices.

Sí cómplices, porque mientras las sociedades civilizadas ponen medios a nivel internacional para erradicar los actos terroristas, simultáneamente mantienen vivo el exterminio de millones de personas por medio de la hambruna.
Los últimos estudios de las Naciones Unidas afirman que nuestra generación, es la primera en la historia, que dispone de los recursos para acabar con la pobreza. Y es que, por desgracia, ser pobre no es carecer de alimentos, ni abrigo, ni techo, sino carecer de medios, o dinero, incluso para comprar un sedal con el que pescar.

¿Qué haríamos si al despertar un día a las 8 de la mañana, viésemos que empiezan a morir nuestros parientes, los vecinos, nuestros padres y nuestros hijos, la gente del Polígono, La Mienta, La Corredera… a un ritmo tan vertiginoso, que si no pusiésemos remedio, a las cuatro de la tarde no quedaría ningún vecino de Arahal?
Seguro que las autoridades se pondrían en marcha, los vecinos (desorientados) buscaríamos ayuda, La Junta de Andalucía ejecutaría un plan de emergencia, y los medios de comunicación se harían eco de la situación… pero ¿qué pensaríamos si no se tomasen medidas?

El verdadero capital que poseen los países pobres son sus muertos. 50.000 personas diarias mueren por causas ligadas a la pobreza, es decir casi tres pueblos de Arahal cada día; mientras tanto, los países ricos seguimos ignorando ese capital de cadáveres y exigimos se nos pague una deuda de más de 100 millones de dólares diarios.
Y no creo que al forjar Dios a Adán y Eva, tras ponerlos en el Edén les dijera: Todos los hombres, mujeres, y niños que vivan y nazcan al Sur del Edén están malditos, vivirán condenados a la miseria, a la pobreza. El hambre será su destino. Pero vosotros campearéis sobre ellos, como dioses blancos a los que tendrán que someterse.

Mientras cada tres segundos alguien chasquea los dedos: Un niño muere de forma completamente innecesaria, como resultado de la pobreza extrema, cada tres segundos. Allá vamos: éste es otro, la hija de alguien, el hijo de alguien… El asunto es: todas estas muertes son evitables. Haz de la pobreza historia. Puedes cambiar el mundo”

Este anuncio ha sido retirado de los medios de comunicación del Reino Unido y de otros países por manipulación política.
¿Desde cuando la verdad es manipuladora? No será, ¿qué el que es ladrón piensa que todos son de su misma condición?
Desde luego, mantener la ignorancia del hombre de la calle siempre ha resultado beneficiosa para todos los sistemas políticos, fructificando las semillas del olvido, tanto actual como histórico, siendo el caldo de cultivo de la intolerancia, el racismo y, el miedo a que nos quiten lo que es nuestro, nuestro pan, nuestro coche, nuestro puesto de trabajo… achacando a los inmigrantes, a los indeseado, las culpas de todos los males habidos y por venir, de tal forma, que en vez de revelarnos contra los que atesoran las riquezas, lo hacemos contra los que sin fuerzas, agonizan de penuria, contra los que tienen que abandonar su tierra, sus amigos, familia e hijos, en busca de una tierra prometida.
Ante esto: ¿Quién manipula a quién?

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