sábado, 31 de marzo de 2007

Pablo Neruda



El libo “Selección de Poemas” de Pablo Neruda, está forrado con plástico transparente a modo de reliquia y sus hojas desvencijadas que debieran estar unidas, duermen despegadas y rotas de tanto usarse. Podría comprar otro pero no sería el mismo, éste, éste para mí es el verdadero, en el que descubrí a Pablo Neruda, el que sus letras gastadas a fuerza de mirarlas reviven juventudes, contornos avejentados que al abrirlo, siempre, siempre se abre por la página 34 abrigándome sin tener que buscarla, el que su lomo harapiento sigue recordándome que Neftalí Ricardo Reyes Basoalto es “Pablo”, el que conserva suspiros y alientos de un tiempo al que acudo como sinfonía del universo, y aunque publicado en 1973 por El Circulo de Lectores, hoy, extraigo de él un poema inmenso (para mi gusto) que quiero compartir ésta noche como si fuera la primera vez que lo descubro:

Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y titilan, azules, los astros, a lo lejos.”

El viento de la noche gira en el cielo y canta

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis
brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
Y éstos sean los últimos versos que yo le escribo
.



© Copyright.2005-2007 Inma Valdivia. Todos los derechos reservados.
blog-feed.g?blogID=20080040

2 comentarios:

Byron Ronquillo Narváez dijo...

A mi siempre me ha gustado la parte del principio donde dice:

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y titilan, azules, los astros, a lo lejos."

Es como lograr tocar con palabras un momento, un sentimiento y hacerlo nuestro....

Tengo unas grabaciones de declamación de cartas de neruda a su amada de toda la vida, prometo que dentro de este año je,je lo paso a formato mp3 y se lo envio :)

Abrazo estimado Inma

INMA VALDIVIA dijo...

Uf! Vaya sorpresa tan grata, recibir las cartas de Neruda...

Te quedaría sumamente agradecida, dá igual cuando sea, el caso es que recibirlas.

Y sí, eso versos creo que nos deja mudos colgando de un momento, del sentir infinito.

Muchos saludos apreciado Byrongio.