lunes, 9 de abril de 2007

LLaga abierta ( con amor a mi madre)

Mil formas, mil principios, mil letras intentando desahogar sentires donde no llegan palabras. Mil papeles arrugados al fondo de la papelera, barbechos ciegos donde la luz tiñe de espumas y el mar pierde sus sentidos porque, aunque con paso lento, noto que se acerca. Irremediablemente se acerca y en derredor habita antes de golpear furibunda la puerta.

Levemente la tarde iba cayendo. Miras el mar más allá de tus ojos, crepúsculo encendido al que entonas tu oración asombrándonos, eterna, perenne:

- ¡No lo digas! Prométeme que no le dirás a tu hermano que estoy peor.
- ¿Crees que son tontos, madre?

Mordico sordo separando preguntas y nadas, barro seco de llagas abiertas guardadas en alacena dolorosa, tejidas con cuchillos de silencios y racimados recuerdo.
Mi madre… va cayendo. Se acerca, irremediablemente la muerte se acerca. Sus piernas cansadas, sus manos, su frente despierta, su piel lechosa… esperan, esperan como caracola blanca que aguarda olas que la arrastre al agua.

Jamás creí del otro lado de la vida como vida misma, nunca esperé recompensas de dioses ni venturas de limbos, duros pasos, dura esquina a la que me enfrento día a día y que por respeto, por cariño, renuncio alimentando tu alimento, fiel creyente más allá de tus huesos.

- ¡Calla! Mira el mar y calla. Siempre te serena el mar.

Arenas rubias de Cádiz, aguas cristalinas de Huelva… No, es marengo del Rincón de la Victoria. Mar, mar de azul infinito, remanso de estos días en que buscas el abrigo de su orilla. Calendario entristecido de pasos largos y días caducos… sé que se acerca. No estoy ciega aunque a mi corazón le pesa y aunque te lleve cuidando tantos años… no lo acepto.

Acunándote... no quiero aceptar tus vidrios rotos que se clavan como espadas, realidad de espiga vencida, colmena melosa lista para la cosecha. No acepto, no acepto la siega de tus pasos ni el enigma de tus labios derribando labrantíos de amor y silencios infinitos.

Ya miras más allá de tus ojos, en vano acaricio el aire, en vano espanto tus fantasmas, en vano, te reto siete días, los mismos que faltan para la boda de tu nieta, a sabiendas de que se acerca, sigilosamente se acerca y en derredor habita.

Relámpago bravío, permitidme el derecho de la duda, fino hilo bordando la esperanza:

- ¡Luciérnagas, madre! Luciérnagas…

Pero esta noche… inventando alientos sostengo el alba.

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