miércoles, 29 de agosto de 2007

Continentes

foto creación familiar Alajar













Cuando el silencio amargo abre su vientre
rezumando al océano su esencia eterna,
agitado con retoños de pasados ocultos,
con sombras de pasos lejanos,
con mugrientos recuerdos, con agrestes tormentos,
con esteras de duelos y canteras de pulgas
picoteando el cerebro,
en la atalaya descalza de la pobreza;

¡Silencio!

Cuando el eclipse mudo tiñe de escarcha
la polvorienta tierra que muerde la garganta,
cuando el horizonte aledaño multiplica el hambre
y de hambre los desnudos presagios,
de izquierda a derecha, del dorso al anverso,
allí,
como frontera divina: redondeces doradas,
el despilfarro continuo, la pálida luz...

¡Silencio amargo!

Borrascas consagrada a la opulencia.
Dominio. Buitres de guerras derraman carroñas,
y desde el filo trémulo de la pobreza
se ayusta el gemido de los continentes,
cañadas abajo, cañadas arriba.
Un gentío transita cordilleras sepultadas de labios guerreros.
Mudos. Rocíos de plata los siguen.

Plegados en el espinazo: la injusticia sedienta,
la lánguida sombra,
los gritos trémulos brotando en laderas
de hombres y mujeres
condenados por un sigilo mortal, y sin embargo,
aferrados a una nada de nadie
como un escéptico clamor que subyace
desde el fondo de los tiempos.

¡Silencio!

Mientras, la luna asoma resquebrajando sombras
de oriente a occidente
¡Santo poema de luciérnagas encendidas!
donde los desposeídos de la tierra
poetizan el pétalo iluminando penumbras.

¿Y Dios?... ¡ay!, Dios se volvió loco
montado en ancas de un caballo lechoso
de polvos de estrellas y crin de cometas,
exhalando al hombre su soplo,
trotando entre madrugadas desiertas y veredas de reproches,
recolectando, con angustia bronca,
las mieses dudosas, las olas embravecidas,
los sonidos y plegarias enredados en un profundo barbecho.

¡Lamentos!

Son apenas sorbos de hambruna cristalizando el aire,
destinos sordos que se truncan.
Aguas concebidas en oráculos vacíos
intervenidas por desposeídas palabras sepultadas,
por antorchas de miedos, por rebeldías castradas.

¡Silencio amargo! Allí vivo.

Y desde mi cuna fugitiva atrapo con astucia
estocadas generosas al baile de la muerte,
pergaminos cultivados de esperanzas,
manjares matemáticos de sueños furtivos
con bóvedas de soledades, con esquinas de tiempos,
con esquirlas de amores y miradas de hortensias
como una ráfaga que ciñe mi carne a la conciencia.

¡Silencio amargo!

Allí,
mientras el sistema diabólico protector de maldades
atesora lagos de brazos, ejércitos de pensamientos,
cobertizos de frutas y montañas de casas,
allí, a veces, la vida me hace un guiño
entre arco iris de cristal y desfiladeros de frentes,
y desde ese limbo mutilado, a orillas de la libertad:
nazco.

Nazco sin rencores ni estirpe,
con la letra impresa en la memoria
y la memoria en El País de las Nubes.
Nazco,
levantando espadas de fonemas
y fonemas como puños cerrados,
como manos abiertas,
como historias olvidadas de los libros y que no se cuentan.

¡Silencio!

Quizás, algún día,
la aurora incipiente deposite la brisa seca,
la tierra inocente, la noche clara rociada de amaneceres.
Y el trillo deshaga gavillas de alambres.
Y el arca, eterna guarde la fusta caprichosa
lejos del alma de los culpables.

¡Silencio!

Quizás algún día,
un temblor de palabras destruya los nidos de garrapatas
salpicando a diestro y siniestro los folios esparcidos,
las letras concebidas, las tintas derramadas...

Pero mientras…
traedme el lodo del olvido, el abrazo solidario,
madrigueras de baladas y sobornos deslucidos.

Y para traer… traedme
la sonrisa de un niño

entre llamaradas de cuerpos...encendidos.



Sacado de mi libro "Entre Surcos"


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