jueves, 22 de diciembre de 2005

CARTA A FELIPE

El pesimista se queja del viento,
el optimista espera que cqambie
el realista ajusta las velas.
Popular.




En Xxxxxx, a 26 de Enero de 2003.


Mi querido Felipe:
Realmente no sé por qué me atrevo a decirte querido. Estoy confundida. Aunque te amaba con toda mi alma, tengo miedo, mucho miedo. Miedo a que esta carta caiga en tus manos, miedo a que vengas a verme al hospital, miedo a volver a casa y que la tormenta de tu furia se estrelle sobre mi destruyendo lo poco que me queda. Ya no tengo nada que ofrecerte, nada que darle a nuestro hijo Rubén, nada por lo que seguir viviendo. Felipe, te quiero y he perdido nuestro hijo. El hijo al que me agarraba como el náufrago se sujeta a la tabla, desesperado, dispuesto a salvarse en medio de la tempestad en el océano. Sí, hemos perdido al bebé. En el fondo me sentí aliviada cuando la enfermera me dijo que era una niña. Y digo aliviada, porque pensé que había sido lo mejor (morir antes de nacer), así, no tendrá que pasar por lo que yo estoy pasando. ¡Nunca creí que el amor fuese tan duro!.

Creo que no he sido de esas mujeres que fantaseaban con que el amor era como en los cuentos de hadas, sin embargo, esperaba que pudiese darme alguna felicidad el compartir la vida contigo. Pero me equivoqué. A tu lado sólo he tenido amargura y sufrimientos. ¡Ya no tengo valor para soportar tus porrazos!.

Al principio suponía que todo era culpa de la falta de tiempo, que si tuviésemos unos minutos al día para encontrarnos con nosotros mismos, para reflexionar juntos e irnos creando como las personas que queríamos ser, nos habríamos dado cuenta que el uso de la fuerza nos conducía a un pozo del que difícilmente podríamos salir. Sabía, llena de esperanza, que aún estábamos a tiempo y que nunca era tarde para nosotros, para salvarnos de este infierno en el que se había convertido nuestras vidas. Porque todos somos violentos en potencia, y ese sentimiento de culpabilidad que nos embargaba después de tus momentos de iras, provocando nuestro arrepentimiento, era el mejor camino para atarnos a la cuerda que nos ayudaría a salir del pozo, o por el contrario, era el momento que nos llevaría a la perdición, hundiéndonos cada vez más en la oscuridad. Sentía que si dejábamos el orgullo a un lado y nos aferrábamos con fuerzas a esa cuerda, reconociendo que en el brocal del pozo había alguien que nos guiaría para salir, la victoria, tarde o temprano, sería nuestra. Pero si pretendíamos subir solos, nos quedaríamos indefinidamente en el fondo, ahogándonos entre las aguas sombrías. Nunca me atreví a compartir estos pensamientos contigo. Acuérdate Felipe, que cuando te decía que debíamos de buscar ayuda, te irritabas, contestándome a gritos que me estaba volviendo loca, que había cambiado mucho y que ibas a curarme, por las buenas o por las malas.

Después, con el paso de los años, empecé a pensar que a lo mejor llevabas razón y me estaba desquiciando, que la culpa de todo lo que pasaba era mía, y que tú, Felipe, tan solo lo hacías por mi bien, para que yo cambiara. No te merecía. Era una inútil incapaz de hacer nada por mi misma. Ya bastante desgracia tenías con tener que mantener y aguantar a la estúpida de tu mujer, para que ahora, te viniera con el cuento de que me asustabas cuando golpeabas la mesa, arrojando contra la pared todo lo que encontrabas a tu paso, a medida que te acercabas a mí. En realidad, era yo la ignorante que te provocaba...




Fragmento

Finalista
Nerjamujer, Certamen año 2002 Carta a un maltratador Nerja (Málaga)

Accésit
V Certamen Literario Memorial Rosario Martin. -Marchena (Sevilla)

No hay comentarios: