jueves, 7 de diciembre de 2006

EL GUISO DE DARIKA (hecho real)

foto creación familiar


El poblado, un apretado grupo de chozas, se divisaba entre las áridas arenas que se extendían hacia el infinito sin ni siquiera un árbol frondoso ni seco en el que guarecerse, sin huerto ni animales, y sin más techumbre que un sol implacable que se derramaba derritiendo hasta el horizonte, y Darika, con pies desnudos y grieteados iba y venía por la extensión amarillenta siempre a la misma hora, día tras día, cuando el sol mermaba su fuego y se acercaba en la lejanía a esa línea donde se confunde el cielo con la tierra: BUSCABA. Tres niños (semidesnudos) de corta edad la seguían a modo de polluelos reclamando su alimento, pero Darika, se volvía nutriéndolos con lo único que posesía "La mejor de sus sonrisas".
Aquel año, en Navidad, Darika no estaba dispuesta a ofender tan sagrado día, durante su búsqueda, dobló el espinazo, alargó el brazo, y cogió un pedrusco que echó en el delantal cuidadosamente como quien recolecta el manjar más digno de cualquier ser humano, movimiento que repitió y repitió hasta llenar el delantal. Ya en el poblado encendió una hoguera, puso encima una olla llena de agua a la que fue agregando las piedras, una tras otra, hasta que arrancó a hervir y el vapor subió hacia arriba, momento en que Darika aprovechó para acostar a sus tres hijos en el suelo de tal forma, qué pudiesen ver la olla humeante, y a ella, dándole vueltas con el cucharón. Los niños no paraban de insistir en cuando estaría terminada la cena, y ella, sin cansarse, repetía eufórica: "pronto hijos, muy pronto estará el guiso"; hasta que sus hijos se durmieron.
Nadie supo como lo aprendió ni donde lo había visto, nadie supo qué instinto ni qué conocimiento llevó a Darika a aquella actitud que, poco a poco, fue copiada por el resto de las madres.
Ahora, y desde aquella navidad, todos los niños del poblado, al llegar la hora de la cena, permanecen acostados en el suelo con los labios inquietos, y con tal brillo de esperanza en la mirada, que sus madres mastican nudos tragándose las lágrimas.




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2 comentarios:

Nahira dijo...

No me cabe duda que sea un hecho real Inma, ya que mirando alrededor de uno, se puede ver e imaginar que muchas mamás y niños pasan una Navidad con ese estilo de cena.

Muy linda historia, triste pero excelente para reflexionar justo en esta época que se acerca Navidad.

Cariños y un beso!

Byron Ronquillo Narváez dijo...

La verdad es que me dio una tristeza el relato, lamentablemente con la tristeza y el cargo de conciencia tampoco es que hace mucho para solucionar nada... mirar frunciendo el seño parece que es una pose nada mas

Saludos estimada Inma