Para los que escribimos, no siempre que andamos en faena la producción cunde como se quisiera, miles de obstáculos y circunstancias irremediablemente nos abocan a aparcar, (contra nuestra voluntad) la tarea, siendo, cuando volvemos a retomarla, un momento tan crucial y decisivo, que más de una vez nos sumerge en esa incertidumbre de ¿Cómo continuar? ¿Cuál palabra o párrafo encaja, suficientemente mágico, tanto para el que escribe, como para el lector?
La experiencia me ha enseñado que, lo que escribimos disfrutando y de corrido, mantiene al lector interesado, inquieto por avanzar en la lectura, tal vez por que esos párrafos más inconscientes emanan de una profundidad extraña (soy de las que piensan que, al margen del subconsciente de cada individuo, también exististe un subconsciente colectivo por el que nos hallamos conectados la humanidad, un subconsciente colectivo sin espacio ni tiempo donde los deseos y las ansias profundas del ser humano se remontan a nuestros ancestros y heredarán las generaciones futuras como eslabones de una cadena latente de dudas, alegrías, aflicciones crueldades, fantasías…) Pero, ¿cómo, después de unos días sin escribir, lograr el mismo ritmo, el mismo ánimo del personaje avanzando en la historia?
Por muy aséptico u objetivos que pretendamos ser los escritores, ¿quién me dice que no volcamos parte de nuestras experiencias, sentimientos, estados de ánimos de un momento dado, o simplemente esa conversación que nos ha impactado?
Nosotros, también evolucionamos no siendo mañana los mismos que hoy, por lo que si a eso le sumamos, que por circunstancias, un determinado trabajo se ha quedado aparcado unos días (aunque no hayamos dejado de escribir en cualquier otra cosa) cuando retomamos el trabajo aparcado lo primero que se nos plantea es volver a ubicarnos.
Es cierto que por mi parte, en caso de relatos largos o novela como ahora, la historia de los personajes está clara en la cabeza o sinopsis, pero:
La experiencia me ha enseñado que, lo que escribimos disfrutando y de corrido, mantiene al lector interesado, inquieto por avanzar en la lectura, tal vez por que esos párrafos más inconscientes emanan de una profundidad extraña (soy de las que piensan que, al margen del subconsciente de cada individuo, también exististe un subconsciente colectivo por el que nos hallamos conectados la humanidad, un subconsciente colectivo sin espacio ni tiempo donde los deseos y las ansias profundas del ser humano se remontan a nuestros ancestros y heredarán las generaciones futuras como eslabones de una cadena latente de dudas, alegrías, aflicciones crueldades, fantasías…) Pero, ¿cómo, después de unos días sin escribir, lograr el mismo ritmo, el mismo ánimo del personaje avanzando en la historia?
Por muy aséptico u objetivos que pretendamos ser los escritores, ¿quién me dice que no volcamos parte de nuestras experiencias, sentimientos, estados de ánimos de un momento dado, o simplemente esa conversación que nos ha impactado?
Nosotros, también evolucionamos no siendo mañana los mismos que hoy, por lo que si a eso le sumamos, que por circunstancias, un determinado trabajo se ha quedado aparcado unos días (aunque no hayamos dejado de escribir en cualquier otra cosa) cuando retomamos el trabajo aparcado lo primero que se nos plantea es volver a ubicarnos.
Es cierto que por mi parte, en caso de relatos largos o novela como ahora, la historia de los personajes está clara en la cabeza o sinopsis, pero:
¿Qué hago para continuar encuadrando la complejidad de su avance conjuntamente con el tono inicial?
¿Cómo hacer una escritura fluida que conecte con el conjunto de la novela y por ende del lector?
Particularmente:
1) Acudo a la sinopsis, y repaso los acontecimientos que deseaba que fueran incluidos en el capitulo que estaba escribiendo:
* Rememoro los tachados --porque ya los tenía incluidos—
* Calculo los pendientes --que los tengo sin tachar—
2) Me sitúo en la vida de los personajes -haciendo una lectura rápida de lo escrito en el capitulo-
1) Acudo a la sinopsis, y repaso los acontecimientos que deseaba que fueran incluidos en el capitulo que estaba escribiendo:
* Rememoro los tachados --porque ya los tenía incluidos—
* Calculo los pendientes --que los tengo sin tachar—
2) Me sitúo en la vida de los personajes -haciendo una lectura rápida de lo escrito en el capitulo-
3) Imprimo las dos últimas páginas de lo escrito en el capitulo.
4) Por último, copio la última página y continuo escribiendo fluido, forzándo a no pararme a corregir nada.
4) Por último, copio la última página y continuo escribiendo fluido, forzándo a no pararme a corregir nada.
Es un borrador. ¿Correcciones? ¡Ya le tocará su tiempo a la poda!
blog-feed.g?blogID=20080040
4 comentarios:
Buena información, Inma ¿En que proyecto novelístico andas inmersa ahora?
Un beso
Pepe, me alegra que sigan las tertulias literarias. He intentado dejar mensaje en tu blog pero no lo consigo.
Da recuerdos a todos y un saludo literario.
Sigue intentado dejarme mensajes en la página, yo he hecho una prueba y parece que funciona, no obstante, escríbeme a driades@yahoo.es y me cuentas que pasó con "tus piedras", qué proyectos tienes y lo que quieras.
Recuerdos de María José y Alejandro.
Hay un programa de entrevistas en CNN+, que conduce Antonio San José en el que aparece un sinfín de personajes de todo tipo. Pero mi atención se quintuplica cuando el invitado es un personaje de la literatura, igual da que sea de la prosa como de la poesía. Porque siempre el entrevistador termina indagando del personaje su "técnica" o hábitos a la hora de escribir. Y por lo general y aunque cada caso es particular, siempre termino maravillándome con algo nuevo o, todo lo contrario, me digo para mis adentros: "justo eso me ocurre o hago yo..." (salvando las distancias, claro). Lo que sí es cierto es que casi siempre el escribidor recomienda dejar "reposar" los textos. Y retomarlos al cabo de un tiempo. En esto coinciden todos.
Me alegra leer tus reflexiones al respecto. Siempre son de agradecer.
Un saludo literario.
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