jueves, 22 de diciembre de 2005

Jacobo y el destino juguetón

El día amanecía más que complicado, no porque tuviera que irse de vacaciones, ni por haber quedado con su novia, o deseara ir a la playa a darse un baño, sino porque ese día era el último para presentar la matrícula del proyecto fin de carrera y aún le quedaba terminar de corregir, imprimir el texto y pasar por la copistería, donde el comerciante, le había prometido encuadernárselo todo junto con los planos, que ya estarían plotteados. Sin fuerzas, y con los ojos cansados, las líneas de la pantalla del ordenador se le hacían borrosas y confusas. Los ojos se le cerraban. Podía tirar por tierra tantos días de trabajo y eso sería imperdonable. Por un instante recordó las palabras de su padre: “Hijo, no se como te las apañas, pero todo lo dejas para última hora. ¡Cualquier día te quedas colgao!”. Aunque la bombilla aún estaba encendida, por la ventana, la luz de la mañana se extendía clareando el ambiente. El aire se hacía irrespirable, propio de una noche inménsamente larga, de gases, de cafés, de pensamientos agitados, de tufo a calcetines sudados. Apoyó la cabeza sobre la mesa. La barahúnda de folios, carpetas, apuntes y libros de consultas se esparcían sobre la cama. Tenía poco tiempo pero necesitaba descansar. Sólo sería un instante. Dormir un corto espacio de tiempo y luego continuar. Desde muy lejos le pareció escuchar el timbre de la puerta. Soñaba. Luego los timbrazos se hicieron insistente.

- ¡Ya va!
- ¿Jacobo Cortés? – dijo el policía municipal muy estirado e impecablemente vestido.
- Sí
- ¿Es suyo el SEAT Ibiza matrícula SE-7798-BZ?

Con el rostro descompuesto Jacobo le miraba perplejo. Se encontraba cansado. ¿A qué venía esa pregunta a las nueve de la mañana?. Por unos segundos tomó conciencia del desaliño de su cuerpo, del vello sin afeitar, de las calzonas, de los deportes... le pareció embarazoso y pretendió enmendarlo pasándose las manos por la cabeza en ademán de ordenarse aquellos pelos que no se le aplastaban como no fuese con agua o gomina

- ¿Por qué?
- ¿Le pregunto si es suyo el SEAT Ibiza matrícula SE-7798-BZ?
- Sí,bueno... de mis padres. ¿Qué le pasa al coche?
- ¿Estuvo usted anoche en el paseo marítimo a las dos de la madrugada?
- Estaba cansado y fui a...
- No me interesa por lo que estuvo – interrumpió el policía municipal en tono de impaciencia y, extendiendo la mano, le entregó un sobre diciendo – Tenga. Es una citación judicial. Firme aquí.
- ¿Una citación judicial? – Aturdido, Jacobo continuó - ¿De qué se trata?
- Usted firme. ¡Vamos! Que tengo prisa.



Fragmento




Publicado en:
La revista literaria El Unicornio
y en mi libro Desde detrás de las gafas.

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