foto creación familiar
NOTAS PARA UN ANÁLISIS.
Desde que nacemos, todos nuestros actos van encaminados en la búsqueda de la felicidad. Lloramos porque nos duele la tripa, o porque tenemos hambre, o porque deseamos una caricia, y nuestro llanto se ve recompensado con el cariño, el alimento o el tratamiento que nos consuela. Pero a medida que crecemos, esa felicidad se torna compleja, y las personas, no solo huimos de lo que nos hace daño, sino que al mismo tiempo vamos intentando llenar un vacío más hondo, donde las necesidades espirituales nos engullen de tal manera, que a pesar de las dificultades en el trabajo, o el paro, la precariedad de la economía, o las enfermedades, las guerras, la escasez de alimentos, o el frío, todo se hace más llevadero con la recompensa de algo, tan sublime y maravilloso, como es el amor y las relaciones con nuestros semejantes.
Y sin darnos cuenta, poco a poco nos vamos sumergiendo en las distintas facetas y formas de amar, el amor a los padres, a la pareja, a los hijos, los amigos, el amor altruista... todo un compendio de sentimientos entrelazados que van formando nuestra personalidad y sobre todo nuestra FELICIDAD.
En esta andadura, el laberinto de los sentimientos a veces nos confunde ¿Es lo mismo amor que yugo y sometimiento? ¿Hay alguna represión que afecte más a la dignidad y la autoestima que la que impide a la mujer, al niño, o al hombre, a ser ellos mismos, arrojándoles incluso al pozo del suicidio?.
Vivimos inmersos en una sociedad sostenida por los pilares de la propiedad privada y la cultura machista. Y aunque desde hace tiempo se vienen levantando voces en pro de la igualdad, éstos pilares, se hallan tan arraigados en nosotros, que sin darnos cuenta, incluso las personas que luchamos en contra de ésta lastra, estamos tan llenos de su influencias y prejuicios que huimos de un análisis profundo de ...
Estracto.
El artículo completo me lo han publicado en la revista socio-cultural El Unicornio
blog-feed.g?blogID=20080040
NOTAS PARA UN ANÁLISIS.
Desde que nacemos, todos nuestros actos van encaminados en la búsqueda de la felicidad. Lloramos porque nos duele la tripa, o porque tenemos hambre, o porque deseamos una caricia, y nuestro llanto se ve recompensado con el cariño, el alimento o el tratamiento que nos consuela. Pero a medida que crecemos, esa felicidad se torna compleja, y las personas, no solo huimos de lo que nos hace daño, sino que al mismo tiempo vamos intentando llenar un vacío más hondo, donde las necesidades espirituales nos engullen de tal manera, que a pesar de las dificultades en el trabajo, o el paro, la precariedad de la economía, o las enfermedades, las guerras, la escasez de alimentos, o el frío, todo se hace más llevadero con la recompensa de algo, tan sublime y maravilloso, como es el amor y las relaciones con nuestros semejantes.
Y sin darnos cuenta, poco a poco nos vamos sumergiendo en las distintas facetas y formas de amar, el amor a los padres, a la pareja, a los hijos, los amigos, el amor altruista... todo un compendio de sentimientos entrelazados que van formando nuestra personalidad y sobre todo nuestra FELICIDAD.
En esta andadura, el laberinto de los sentimientos a veces nos confunde ¿Es lo mismo amor que yugo y sometimiento? ¿Hay alguna represión que afecte más a la dignidad y la autoestima que la que impide a la mujer, al niño, o al hombre, a ser ellos mismos, arrojándoles incluso al pozo del suicidio?.
Vivimos inmersos en una sociedad sostenida por los pilares de la propiedad privada y la cultura machista. Y aunque desde hace tiempo se vienen levantando voces en pro de la igualdad, éstos pilares, se hallan tan arraigados en nosotros, que sin darnos cuenta, incluso las personas que luchamos en contra de ésta lastra, estamos tan llenos de su influencias y prejuicios que huimos de un análisis profundo de ...
Estracto.
El artículo completo me lo han publicado en la revista socio-cultural El Unicornio
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