Recuerdo unos años en que la caja grande de mantecados y polvorones rodaba de cama en cama junto a una botella de aguardiente dulce, obsequiándonos mi madre con la tradicional palomita, (chupito de agua con gotas de aguardiente) con la que nos anunciaba la llegada del nuevo día. Recuerdo juguetes en escaparates, el primer árbol de navidad del pueblo, instalado en la Plaza Santo Domingo, el coro de campanillero cantando al destello de sus luces en el que participaba uno de mis hermanos, y aquel pastel de arroz que hizo otro, y que camino de la mesa, sobrevoló por el aire, pudiendo salvar sus púberes dedos un plato vacío bajo la mirada codiciosa de una trupe de hermanos.
Asomada al balcón contemplo padres, hermanos, familia, llenando rincones en la distancia, escogiendo el montón de vivencias positivas, da igual en qué época del año, la fecha es lo de menos y con ese espíritu, ésta familia de 8 hermanos solemos encontrar un hueco al año para vernos aún sobreponiéndonos a las desgracias, el dolor no es excusa para dejar de cultivar esta forma de aunar lazos.
Llegado el día en que la multitudinaria prole ya no cabíamos en la casa paterna, un restaurante fue el lugar de encuentro, daba igual la ciudad, hasta que que por asunto de distancias, no cargar de kilómetros a nuestros ancianos padres, u otros motivos, se decide como punto acertado de encuentro nuestra tierra de origen, Osuna, situada en Sevilla y en dirección al sol naciente.
Optimismo, algo de paciencia, y llamadas telefónicas con dosis de cariño, son los ingredientes con los que los nos remangamos en noviembre para sincronizar fecha de reunión familiar. Cada cual concreta las libres de sus respectivos hijos a fin de acomodar la más acertada. Poner día que venga bien a 48 no es huevo que se eche a freír si contamos que, exceptuando 3 pequeñines, todos sobrepasamos los 18.
A sabiendas de que obligaciones, trabajos, o estudios, llenan agendas y que el hueco de unos, en otros está ocupado, consigna nueva salta de teléfono en teléfono:
“si algún hijo no puede asiste, ya podrá otro año. Pero los hermanos tenemos que estar todos”.
20 de diciembre fecha escogida. El mal tiempo y la nieve de días precedentes desapareció dejando un sol radiante que acompañó desde los puntos de salida: Granada, Malaga, Antequera, Alfarnate, Los Palacios, Arahal, los más cercanos parten de distintas calles de Osuna, en cambio también hubo quien venía de Madrid, pero quien viajaba desde Birmingham llegó al aeropuerto de Sevilla con el tiempo justo de cruzar en coche la carretera y estar a la hora prevista en el Restaurante Villa Ducal de Osuna, lugar ya casi adjudicado con camarero incluido, que aunque descanse ese día, él se encarga de cambiar turno, satisfecho de volver a ver rostros de la infancia regresando por la tierra juntamente con su progenie.
Besos, saludos, risas, van llenando de algarabía la barra del Restaurante pasando prontamente al reservado donde las copas y asientos se extienden sobre el pulcro mantel adornado con flores a lo largo de la inmensa mesa.
¿El paseíllo más largo? Por supuesto toca al último, estampando sus 43 bezasos que flota en el ambiente dando paso a aperitivos, cámaras de fotos, puesta al día entre primos, sobrinos, hermanos, y hasta los más jóvenes cantan villancicos acompañados de exóticos instrumentos musicales que sacó del bolso una de ellas.
Aunque la ausencia de cuatro por asuntos de trabajo, comida de empresa, y curso, nos hizo echarles de menos, sabemos de su añoranza.
Es de destacar un nuevo embarazo, niño que esperamos no sólo por lo que significa para sus padres si no para todos.
Asomada al balcón contemplo padres, hermanos, familia, llenando rincones en la distancia, escogiendo el montón de vivencias positivas, da igual en qué época del año, la fecha es lo de menos y con ese espíritu, ésta familia de 8 hermanos solemos encontrar un hueco al año para vernos aún sobreponiéndonos a las desgracias, el dolor no es excusa para dejar de cultivar esta forma de aunar lazos.
Llegado el día en que la multitudinaria prole ya no cabíamos en la casa paterna, un restaurante fue el lugar de encuentro, daba igual la ciudad, hasta que que por asunto de distancias, no cargar de kilómetros a nuestros ancianos padres, u otros motivos, se decide como punto acertado de encuentro nuestra tierra de origen, Osuna, situada en Sevilla y en dirección al sol naciente.
Optimismo, algo de paciencia, y llamadas telefónicas con dosis de cariño, son los ingredientes con los que los nos remangamos en noviembre para sincronizar fecha de reunión familiar. Cada cual concreta las libres de sus respectivos hijos a fin de acomodar la más acertada. Poner día que venga bien a 48 no es huevo que se eche a freír si contamos que, exceptuando 3 pequeñines, todos sobrepasamos los 18.
A sabiendas de que obligaciones, trabajos, o estudios, llenan agendas y que el hueco de unos, en otros está ocupado, consigna nueva salta de teléfono en teléfono:
“si algún hijo no puede asiste, ya podrá otro año. Pero los hermanos tenemos que estar todos”.
20 de diciembre fecha escogida. El mal tiempo y la nieve de días precedentes desapareció dejando un sol radiante que acompañó desde los puntos de salida: Granada, Malaga, Antequera, Alfarnate, Los Palacios, Arahal, los más cercanos parten de distintas calles de Osuna, en cambio también hubo quien venía de Madrid, pero quien viajaba desde Birmingham llegó al aeropuerto de Sevilla con el tiempo justo de cruzar en coche la carretera y estar a la hora prevista en el Restaurante Villa Ducal de Osuna, lugar ya casi adjudicado con camarero incluido, que aunque descanse ese día, él se encarga de cambiar turno, satisfecho de volver a ver rostros de la infancia regresando por la tierra juntamente con su progenie.
Besos, saludos, risas, van llenando de algarabía la barra del Restaurante pasando prontamente al reservado donde las copas y asientos se extienden sobre el pulcro mantel adornado con flores a lo largo de la inmensa mesa.
¿El paseíllo más largo? Por supuesto toca al último, estampando sus 43 bezasos que flota en el ambiente dando paso a aperitivos, cámaras de fotos, puesta al día entre primos, sobrinos, hermanos, y hasta los más jóvenes cantan villancicos acompañados de exóticos instrumentos musicales que sacó del bolso una de ellas.
Aunque la ausencia de cuatro por asuntos de trabajo, comida de empresa, y curso, nos hizo echarles de menos, sabemos de su añoranza.
Es de destacar un nuevo embarazo, niño que esperamos no sólo por lo que significa para sus padres si no para todos.
La despedida se dejó caer en forma de Aceite Virgen Extra 1881, Loterías de Navidad, Botellas de Tinto, y Tarros de Melocotón en Almíbar, y cómo los novios nuevos que aparecen, a fin de introducirlo en la familia, el día de la comida, son manteado entre todos los hombres, quiero dejar bien sentadito, que este año, Maria Jesús, ha sido la primera mujer manteada entre todas nosotras.
¿Inicio de nueva era de manteos?
Esperando no terminar manteando recién nacidos, Felices Fiestas a todos.
Esperando no terminar manteando recién nacidos, Felices Fiestas a todos.
© Copyright.2005-2008 Inma Valdivia. Todos los derechos reservados.
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6 comentarios:
Gran relato y preciosos recuerdos.
Felices Fiestas
Muy bonito tita, me ha gustado mucho la crónica, como siempre sin perder detalles. Un beso.
Juan José Valdivia.
Luz de Gas, ni un día más sin felicitar ni colgar el acontecimiento familiar. Ahora pucheros vacios y fogones apagados reclaman que me multiplique.
Pronto visitaré a todos como deseo.
Cordiales saludos.
Brevemente tan solo para desearte unas felices fiestas,que soy yo quien ahora te invita una copa de Ponche Crema y un hallaca,abrazos.....
Hola de nuevo prima. Escribo desde el ordenador de mi padre. Un fuerte abrazo para toda esa familia guapa y desconocida.Una gran familia. Que paseis unas felices fiestas y tengáis un próspero año nuevo.
Te lo desean tu tío Jesús, tu tía Carmen y tu primo Rafael.
Feliz año 2009!Un fuerte abrazo!
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