jueves, 22 de enero de 2009

Hipocresía




Tres veces entró en la tienda de campaña, luego el reloj le hizo entrar otras tres más, estaba debajo de la almohada, juraría que no lo había cogido pero la almohada, libre como un descampado apareció ante sus ojo y hurgó tres veces rebuscando donde había puesto el dichoso reloj. El tendón del músculo izquierdo le molestaba y los dedos se le engarrotaban con el frío. Por cuarta vez traspasó la lona terrosa profundizando en su memoria, visualizando los últimos actos ejecutados como autómata semidormido, pero no alcanzó a descifrar más que estrellas en el fondo y volvió a entrar. Nada. Bajo el bulto que hacía de almohada no descubrió nada. Encendió un cigarrillo y cuando se dirigía hacia afuera, echó un vistazo alrededor de catres y macutos calientes, rebuscando en sus bolsillos. ¡Oh por fin! Allí estaba. Todo el tiempo con el en el fondo de la faltriquera. Era tarde, más tarde que cualquier otro día, pero no quería suicidarse fuera de hora ni en momentos que aquel grupo de soldados le tocaba pasar por el acantilado, tenia que llegar después y antes que las órdenes llenasen de tanques y tropas la carretera de la sierra. Un suicidio tenía que estar bien planeado si quería que llegase a su sitio, si no quería que ambulancias, médicos, o compañeros solidarios le jugasen malas pasada. La vida sólo tiene sentido cuando querían hacerle la puñeta. Estaba prohíbo suicidarse, sí. Pero no esta prohibido matar a niños, mujeres ancianos, con tanques y bombas, o con granadas de racimos. ¡Hipocresías!, se dijo, antes de despeñarse al vacío.

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4 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Vaya tela Inma que impresión más grande.

Muy bueno, en la cueva de Susana hablaba ayer de uno que se tiró al Danubio para suicidarse y lo ùnico que consiguió fue un chichón pues estaba congelado

BEsos

J.R.Infante dijo...

Pues si, Inma, en situaciones tan desesperadas como las que relatas, ¡cuantas muertes se producirán voluntariamente! y qué mundo tan hipócrita que veta el suicidio y no esas muertes con las que hemos comido en las últimas fechas.
Un beso

Raúl dijo...

La rebelión del soldado.
Interesante relato.

Anónimo dijo...

Coincido con Raúl... interesante relato.

Mis saludos, Inma.